Bienes raíces

¿Que son los bienes raíces? Desde un punto de vista teórico se consideran bienes raíces cualquier bien que no pueda transportarse a otro lugar o que por sus características esté íntimamente ligado a la tierra. A efectos prácticos, cuando hablamos de bienes raíces generalmente lo hacemos para referirnos a inmuebles, fincas e incluso al propio suelo.

La inversión en bienes raíces ha sido una constante a lo largo de la historia económica de la humanidad, incluso antes de recibir esa denominación. Y es que si echamos la vista atrás veremos como la propiedad es uno de los grandes generadores de riqueza en nuestra sociedad. Quienes hayan leído el famoso «Padre Rico, Padre Pobre» de Robert Kiyosaki recordarán a buen seguro su insistencia en los bienes raíces, que a fin de cuentas son lo que le permitieron labrar su fortuna.

Los bienes raíces son cualquier bien que no puede transportarse o que está jurídicamente ligado al suelo de forma indivisible. Sin embargo, desde un punto de vista más práctico, podemos indentificarlos con los bienes inmuebles, que sin ser el único tipo de bien raíz, si son el más significativo y de hecho habitualmente se utilizan como sinónimos. Se pueden distinguir cuatro tipos de bienes inmuebles que serían los siguientes:

  • Bienes inmuebles por naturaleza, como por ejemplo el suelo y el subsuelo.
  • Bienes inmuebles por incorporación, como por ejemplo las construcciones.
  • Bienes inmuebles por destino, como por ejemplo cuando se unen cosas muebles al inmueble como los utensilios de labranza o los animales en una finca.
  • Bienes inmuebles por analogía, como el caso de las hipotecas.

A estos se podrían añadir los bienes inmuebles por representación, como la escritura que otorga la titularidad registral al propietario de un inmueble.

Como invertir

Existen diferentes formas de invertir en bienes raíces, aunque la mayoría de ellas requieren de un cierto capital inicial. No en vano, estamos hablando de negocios inmobiliarios que habitualmente incluyen la compra de inmuebles o terrenos. La única salvedad son los llamados agentes o brokers inmobiliarios, que no dejan de ser intermediarios entre quien quiere vender y quien quiere comprar. El resto de modalidades sí que implican una inversión inicial alta y tienen unas necesidades de caja igualmente elevadas. Estamos hablando de quienes invierten en la compra-venta de viviendas aprovechando rebajas en los precios u ofertas, así como de los urbanizadores y constructores, negocios que quedan lejos del alcance del gran público.

Incluso quien compra su vivienda habitual está ‘invirtiendo’ en un bien raíz, si bien antes habría que debatir si el piso en el que vivimos es una inversión propiamente dicha.

Impuestos sobre los bienes raíces

Los bienes raíces son unos de los que más carga fiscal asumen. De hecho, tributan en casi todos los grandes impuestos. Por eso, existe un IVA aplicable a vivienda, tanto en la compra como en el alquiler. Además, también hay que tributar por la vivienda habitual en la declaración de la renta -por fortuna en este caso suele ser para deducir- y en el Impuesto sobre el Patrimonio. A estos hay que sumar otros tributos ‘ad hoc’ como el IBI o el Impuesto sobre el incremento del valor de los terrenos de naturaleza urbana.

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Imagen – Images_of_Money

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