El número de embargos hipotecarios ha seguido una senda descendente en este año 2011, al igual que el pasado año 2010, y de manera muy diferente a como vino ocurriendo durante los años 2008 y 2009, con un crecimiento por encima del 250%, con respecto al año 2007.
Este descenso en el número de embargos hipotecarios se debe a un doble efecto que se ha venido comprobando en el sector hipotecario español. Por un lado, las entidades financieras ya no están por la labor de seguir embargando viviendas que engrosen y perjudiquen a su balance, sobre todo en un escenario en el que la compraventa de viviendas sigue estancada.
Y, por otro lado, los tribunales de justicia encargados de tramitar los procesos de embargo hipotecario se encuentran totalmente colapsados ante la avalancha de procesos abiertos, lo que está provocando un gran retraso en la ejecución de los mismos.
Por tanto, no se está dando una recuperación de la economía, como algunos analistas han querido ver, situación improbable, habida cuenta de la elevada tasa de morosidad que todavía se sigue sufriendo en nuestro país, sino que es más una situación coyuntural la que está generando esta reducción de los embargos hipotecarios.
Y es que con una tasa de morosidad por encima del 6%, las entidades financieras se ven en la obligación de tener que elevar los márgenes comerciales con los que trabajan, lo que lleva a un encarecimiento generalizado de las hipotecas, y, por consiguiente, en una reducción de la capacidad de las familias para poder permitirse contratar una hipoteca.