Sabemos que la crisis de España está afectando a todo el país. El aumento de la liquidez generada por el BCE ha provocado un aumento de las compras de deuda pública por parte de las entidades financieras y ha generado una disminución de su tipo de interés, por lo cual, no hay crédito en España.
Si analizamos los créditos hipotecarios, podemos ver que descendió en un 0,5% respecto al mes anterior y en un 5,98% en relación a 2010. Con respecto al volumen de los nuevos préstamos concedidos fue inferior al de las amortizaciones realizadas por familias y empresas. Comparando con la crisis de 1993, el porcentaje en ese momento de créditos hipotecarios era de Una cifra totalmente un 15%.
La crisis financiera afecta notoriamente las entidades bancarias, por ende, los créditos hipotecarios se ven afectados también. Al principio de la crisis se consideraba que no era necesario una reforma financiera ya que en 2008, se sostenía que España iba a tener el sistema financiero más sólido del mundo. Para el presidente, el secreto del éxito era la gestión realizada por el Banco de España: la creación de las provisiones anti – cíclicas y la prohibición de sacar fuera del balance determinados activos, tales como los vehículos estructurados de inversión (SIV’s).
Si remontamos al año 2006 las cajas y bancos españoles tuvieron previsto otorgar alrededor de 3, 5 y 7 veces más crédito hipotecario por habitante que Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, respectivamente. Hoy en día el Banco de España reconoció la existencia de algunos problemas.
Medidas que se tomaron:
- El presidente limitó a determinadas cajas
- Incitó a la realización de fusiones,
- Delegó en los políticos la ejecución de fusiones.
Como consecuencia algunas se unieron a entidades de la misma comunidad autónoma, otros de distinta región gobernadas por el mismo partido político. En la mayoría de los casos, se generaron entidades con un escaso tamaño por volumen de activos o con escasísima solvencia.
La llegada del PP al poder ha cifrado el agujero de las entidades en 52.000 millones y ha dado implícitamente a la mayoría de ellas un plazo de dos años para que lo solucionen. El problema puntual es que el Banco de España, ha infravalorado las pérdidas actuales y futuras de los bancos y no ha generado ningún mecanismo a corto plazo para reactivar el crédito.
Se ha dicho que en los próximos dos años los bancos españoles tendrán como principal objetivo finalizar las fusiones emprendidas, no importándoles demasiado si su volumen de negocio aumenta o disminuye. La idea es que se concentren en los problemas internos, por ende, el crédito bancario no aumentará en la medida necesaria para favorecer la reactivación económica.
En caso contradictorio, los sucesivos gobiernos coinciden en que no es necesario acelerar la reforma financiera, ya que España dispone de casi todo el tiempo del mundo para sanear a sus entidades. Cabe destacar el caso de Japón que tardaron ocho años en empezar a reconstruir con sensatez su sistema bancario.