Si el lector ha tenido en los últimos años que enfrentarse a la contratación de una hipoteca, además de constatar el momento complicado por el que éstos productos pasan, que se traduce en condiciones duras de contratación para el usuario medio, habrá podido también comprobar cómo estas condiciones se han ampliado afectando incluso a cuestiones que antaño no afectaban.
Son como decíamos cada vez más los requisitos a cumplimentar por el usuario, pero, a la hora de un planteamiento inicial viable hay una serie de elementos que siempre van a estar presentes para el usuario medio.
En primer lugar, lógicamente, los ingresos. Se ha pasado en pocos años de la posibilidad de obtener hipotecas que suponían ciertamente una parte muy elevado de los ingresos, algo que se ha pagado con creces en los últimos años por parte de los usuarios, a una situación en la que una hipoteca difícilmente será otorgada si supone un porcentaje elevado sobre los ingresos del usuario.
En relación a lo anterior la estabilidad laboral, en la que garantiza los ingresos, si bien siempre ha sido un elemento a tener en cuenta. Actualmente es simplemente fundamental, por tanto, la combinación de estabilidad laboral e ingresos suficientes que es el primer paso que se nos va a exigir simplemente para plantearse la posibilidad de acceso al crédito hipotecario.
Antaño, no hace tantos años, las entidades financieras asumían incluso porcentajes por encima de los valores de compraventa de las viviendas, algo que también se ha pagado con creces posteriormente, en la actualidad obtener una hipoteca sin aportar dinero o ahorros por parte del usuario es prácticamente imposible, por no decir imposible, y, en todo caso, deben estar supeditada a obtener financiación personal (a través de la misma entidad) para complementar los porcentajes que los bancos ya no cubren en ningún caso.
Unido a lo anterior la exigencia de avales y avalistas ha crecido de manera exponencial, sobre todo en casos como la anterior en los que el usuario no pueda presentar como ahorros propios el porcentaje no cubierto en la financiación hipotecaria.
