¿Mejor comprar qué alquilar? O viceversa

Es un debate muy atractivo en estos tiempos, realmente siempre lo ha sido pero la mentalidad propietaria imperante en nuestro país frenaba el concepto de alquiler reduciéndolo a contextos muy concretos y nunca como opción alternativa real a la compra. Sin embargo, la actualidad, la duda sobre si es mejor comprar o alquilar vivienda se ha equilibrado bastante en lo que a posiciones se refiere.

La primera cuestión que hay que tener en cuenta antes de entrar a revisar a fondo pros y contras de ambas opciones es que este debate no suele ser excesivamente objetivo; la tendencia a la compra, como veremos posteriormente, se encuentra muy enraizada en la filosofía de la economía doméstica de nuestro país, donde, a pesar de la devaluación del precio de la vivienda, se sigue mirando a esta en buena medida como una inversión de ahorro además de su utilidad obvia.

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Mentalidad propietaria

No hace falta abundar mucho para darse cuenta de la realidad dominante en nuestro país hasta no hace mucho tiempo y que sigue siendo la tendencia imperante. La consideración del ahorro y la inversión relacionada con el ladrillo tradicional, se dio la mano con los años de la explosión de la construcción y las plusvalías generadas en la compra venta que no hicieron sino reforzar la teoría de la compra como opción inteligente y el alquiler como dinero desperdiciado.

Esto ha dado lugar a que incluso hoy en día, cuando la tasa de alquiler se ha multiplicado en los últimos años, la diferencia entre nuestro país y la media europea en lo que a alquiler de vivienda para residencias se refiere se distancie más de 11 puntos a favor del ámbito europeo. Incluso en este contexto, muchas de las personas derivadas por necesidad al alquiler sigan manifestando la compra como objetivo a futuro.

Sin embargo, poco a poco es cierto que surge la implantación de la idea de un alquiler que permite opciones económicas personales que la compra no permite, por ejemplo, destinar la entrada de una vivienda a la inversión, o, favorecer elementos como la movilidad geográfica, el cambio periódico de vivienda además de, en la actualidad, técnicamente un coste menor proporcional en las mensualidades.

El crecimiento, casi obligatorio del alquiler por motivos económicos, está efectivamente reconducido en cierta medida la postura general sobre esta opción, pero, aún lejos de un equilibrio y por supuesto muy lejos de ser una postura dominante.

Los elementos que influyen

El otro factor importante que mediatizar el debate sobre si es mejor comprar o alquilar vivienda se basa desde luego de los factores que acompañan la decisión. Al margen de conceptos sobre estilo de vida, que lógicamente también tienen su peso, cuestiones elementales como los ingresos personales, las zonas donde se desea residir o el uso que se le va a dar a la vivienda resultan clave para poder determinar de manera puntual que opción es más interesante.

Desde este punto de vista, por ejemplo, habitualmente resultará más económico alquilar en espacios donde el precio del metro cuadrado es más caro, e inversamente, resultará menos interesante alquilar el espacios donde el precio es más barato, por otro lado, la disponibilidad económica mediatizará en todos los casos cualquier decisión. Esto hay que tenerlo muy en cuenta ya que, ante una hipotética consulta la respuesta no se puede habitualmente desprender de las características personales con las que el encuestado responde, con lo cual, resulta muy difícil establecer de fondo cuánto corresponde a convencimiento y cuanto a necesidad.

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Pros y contras de la compra

El fondo de la bajada de los precios de la vivienda sigue sin estar muy claro, aunque determinados analistas lo sitúan en este mismo año 2015 la realidad apunta más a al menos 2016 como año en el que aún se darán bajadas, puede que más leves pero bajadas a fin de cuentas. Esto nos coloca en un panorama en el que el precio de la vivienda ha caído desde el año 2007 prácticamente un 40%, a esto debemos sumar efectivamente el precio del dinero que se sitúa en mínimos históricos, unido a una relativa apertura de las hipotecas, que han roto con los diferenciales por encima del 2% y reducen ligeramente sus condiciones de entrada, plantear un escenario en el que parece más asequible acercarse a la compra, e incluso, en determinadas ocasiones esta va a resultar más barata en las cuotas mensuales que el alquiler.

Evidentemente, a muy largo plazo, una vivienda pagada en un contexto de revalorización lenta (es muy improbable que vuelvan a generarse plusvalías como las que conocimos a principios de siglo) puede parecer una inversión de futuro a tener en cuenta.

Sin embargo, también encontramos contras verdaderamente notables. El primero de ellos tiene que ver con un nuevo modelo de mercado laboral mucho más inestable, y un proceso de recuperación del empleo que probablemente se extienda más allá del año 2025. Esto significa que la inestabilidad va a ser técnicamente la nota dominante, a lo que sumar factores como la movilidad geográfica cada vez más presente en las ofertas de empleo. En este contexto el peso de la vivienda puede ser verdaderamente problemático, llegando por ejemplo al impago que genera un drama muy superior al que puede generar en el caso del alquiler donde resulta más sencillo afrontar. Por otro lado, siempre que tener en cuenta que la compra supone un desembolso inicial verdaderamente importante que puede ir entre el 20% y el 40% del costo total de la vivienda, con lo cual, es un dinero que hay que tener presente. Por último, a los costes habituales constantes de una vivienda en cualquier régimen, en la compra hay que añadir otros gastos como las tasas municipales o los gastos de comunidad cuando se generan.

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Pros y contras del alquiler

 Desde el punto de vista económico la primera ventaja del alquiler tiene que ver con los gastos iniciales que se relacionan con la compra, aunque existe la necesidad de depositar las fianzas previas a los alquileres, el monto de estas no es ni con mucho el equivalente al desembolso inicial que una compra genera. Por otro lado, los gastos añadidos al margen de los recibos comunes correrán a cargo del propietario, así como los posibles gastos derivados de buena parte de las cuestiones básicas que atañen a una vivienda.

En el apartado de inconvenientes, obviamente el dinero empleado en las mensualidades del alquiler no es un dinero que repercute a futuro de ningún modo en nuestro bolsillo, al margen de las cuestiones fiscales y los posibles beneficios, se trata de un pago por un servicio que una vez consumido no tiene solución de continuidad. Esta es una de las razones básicas de la potencia de la mentalidad propietaria frente a la mentalidad de alquiler, sin embargo, a largo plazo en un marco favorecedor del alquiler como opción para primera vivienda, existe realmente la posibilidad de un ahorro global muy interesante que puede destinarse a otros menesteres como por ejemplo el ahorro para la jubilación.

Tal vez el mayor riesgo no calculado aún sea el de la profesionalización máxima del sector del alquiler. En un contexto de aumento exponencial del alquiler esta profesionalización alejaría probablemente las ayudas y los beneficios en favor de una relación comercial pura y dura en la que, con la mentalidad propietaria, se podría producir un choque de trenes de difícil pronóstico.

En resumen

Realmente el que esperábamos, es decir, hoy por hoy no se puede afirmar la prevalencia de una opción sobre otra más allá de por criterios segmentados o por necesidades personales. En un entorno favorecedor del alquiler similar al que muchos países europeos poseen obviamente los beneficios económicos directos de pagar cuotas menores que las que se abonan en una compra ya sitúa ambos modelos en un plano similar, algo que nuestro país aún no ocurre y que por tanto no permite un debate realmente profundo que sería el de la filosofía de vida que una u otra opción ofrecen.

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